Una vez que se haya diagnosticado la existencia de rinitis atrófica en una explotación, hay varias soluciones:
1. una estrategia de tratamiento farmacológico, basada principalmente en el uso de fármacos antiinfecciosos diana.
2. una estrategia de prevención, recurriendo a la vacunación de las madres de los lechones.
Ambas vías tienen ventajas, pero también inconvenientes, y deben en cualquier caso acompañarse de una mejora de las condiciones de cría de los lechones.
Estrategia terapéutica: una estrategia individual de urgencia
Tal y como se ha visto, la rinitis atrófica se produce por dos gérmenes: Pasteurella multocida toxigénica y Bordetella bronchiseptica.
Estas bacterias se albergan en las fosas nasales del cerdo, pero también pueden estar presentes en los pulmones, los riñones, las amígdalas, etc., lo que va a influir sobre el tipo de fármaco antiinfeccioso a utilizar.
Por otra parte, los animales se contaminan casi inmediatamente después del nacimiento, lo que también va a determinar el protocolo de actuación que se debe aplicar. Más adelante, cuando ya haya presencia de lesiones, los tratamientos ya no tienen ninguna utilidad porque en ese momento los daños son irreversibles.
Sin embargo, es ilusorio pensar que un tratamiento aplicado de modo precoz puede proteger al conjunto de la explotación a lo largo de los periodos de riesgo.
Finalmente, para preservar el arsenal terapéutico disponible en la explotación, es indispensable realizar análisis previos para establecer los perfiles de sensibilidad de los microorganismos causales (Figura 1).
Figura 1: Discos de antibiograma en placa de agar sembrada. Se aprecia el nivel de sensibilidad de la cepa presente en el agar en función del diámetro de inhibición (zona translúcida) alrededor de la pastilla de antibiótico (en la imagen se observa un test de 6 antibióticos diferentes). |
Teniendo en cuenta que el tratamiento debe aplicarse de modo muy precoz, sólo es eficaz el uso de la vía parenteral individual, lo que complica su aplicación debido al gran número de lechones que se deben manejar.
Como se ha visto anteriormente, la estrategia terapéutica debe estar muy bien orientada, y ocupa un lugar importante en situaciones de urgencia, a la espera de la implantación de una estrategia más a largo plazo consistente en la vacunación.
Estrategia vacunal: una estrategia para el conjunto de la piara diseñada para obtener un efecto duradero
Al contrario de la estrategia terapéutica clásica, la estrategia vacunal se dirige a la obtención de efectos duraderos, y a diferentes niveles.
Además de todos los criterios propios de cualquier vacuna, la vacuna frente a la rinitis atrófica del cerdo debe responder a varios aspectos específicos de esta patología, debiendo:
- proteger contra la toxina dermonecrótica de Pasteurella multocida y contra Bordetella bronchiseptica,
- ser eficaz desde los primeros días de vida, ya que el contagio se produce casi inmediatamente después del nacimiento,
- inducir una inmunidad lo suficientemente persistente para proteger al lechón más allá del periodo de riesgo, ya que el contagio también puede producirse de modo muy tardío.
Por todo lo anterior, la protección de los lechones se logra de modo pasivo mediante la vacunación de la cerda antes del parto (Figura 2). De este modo, se pretende obtener un nivel elevado de anticuerpos en el calostro, que persistirán durante tiempo suficiente para proteger al lechón a lo largo de la duración de los periodos de riesgo.
Figura 2: Sesión de vacunación de las cerdas 3 semanas antes del parto, para garantizar una calidad óptima del calostro, asegurando una buena protección de los lechones. |
Esta estrategia se incluye en el programa global de manejo sanitario de la granja, y reduce el número de intervenciones necesarias ya que sólo se actúa sobre las cerdas.
Desde los años 70 hay disponibles comercialmente varias vacunas para la prevención de la rinitis atrófica del cerdo.
Las primeras vacunas sólo contenían Bordetella bronchiseptica muertas, pero a medida que se han producido nuevos descubrimientos sobre la patología, se han enriquecido con Pasteurella multocida.
En 1994 se comercializó la primera vacuna conteniendo la toxina dermonecrótica de Pasteurella multocida. A lo largo de los últimos años, los avances en la tecnología vacunal han permitido desarrollar derivados atóxicos de la toxina de Pasteurella multocida, combinados con excipientes mejor tolerados y más inmunógenos.
En resumen, existen 2 estrategias:
Se debe señalar que estas medidas no desarrollan su máxima eficacia si no se aplican medidas de rectificación zootécnica a nivel del entorno y de las condiciones ambientales de los alojamientos. |